Lecturas de Hoy

Memoria de San Vicente de Paúl, presbítero

Lectionary: 456

Primera lectura

Job 3, 1-3. 11-17. 20-23
Job abrió sus labios
y maldijo el día de su nacimiento, diciendo:
"¡Maldito el día en que nací,
la noche en que se dijo: 'Ha sido concebido un varón'!
¿Por qué no morí en el seno de mi madre?
¿Por qué no perecí al salir de sus entrañas
o no fui como un aborto que se entierra,
una creatura que no llegó a ver la luz?
¿Por qué me recibió un regazo
y unos pechos me amamantaron?

Ahora dormiría tranquilo y descansaría en paz,
con los reyes de la tierra, que se construyen mausoleos,
o con los nobles, que amontonan oro y plata en sus palacios.
Allí ya no perturban los malvados
y forzosamente reposan los inquietos.

¿Para qué dieron la luz de la vida a un miserable,
a aquel que la pasa en amargura;
al que ansía la muerte, que no llega,
y la busca como un tesoro escondido;
al que se alegraría ante la tumba
y gozaría al recibir la sepultura;
al hombre que no encuentra su camino,
porque Dios le ha cerrado las salidas?"

Salmo Responsorial

Salmo 87, 2-3. 4-5. 6. 7-8

R. (3a) Señor, presta oído a mi clamor.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia.
Que llegue hasta ti mi súplica,
presta oído a mi clamor.
R. Señor, presta oído a mi clamor.
Porque mi alma está llena de desdichas
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan entre los que bajan a la tumba,
soy como un inválido.
R. Señor, presta oído a mi clamor.
Tengo ya mi lugar entre los muertos,
Igual que los cadáveres que yacen en las tumbas,
de los cuales, Señor, ya no te acuerdas,
porque fueron arrancados de tu mano.
R. Señor, presta oído a mi clamor.
Me has colocado en el fondo de la tumba,
en las tinieblas del abismo.
Tú cólera pesa sobre mí,
y estrellas contra mí todas tus olas.
R. Señor, presta oído a mi clamor.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Mc 10, 45
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir
y a dar su vida por la salvación de todos.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 9, 51-56
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: "Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?"

Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea.

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.