Supliqué y se me concedió la prudencia;
invoqué y vino sobre mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos,
y en comparación con ella tuve en nada la riqueza.
No se puede comparar con la piedra más preciosa,
porque todo el oro, junto a ella, es un poco de arena
y la plata es como lodo en su presencia.
La tuve en más que la salud y la belleza;
la preferí a la luz,
porque su resplandor nunca se apaga.
Que me conceda Dios saber expresarme
y pensar como conviene a este don,
pues Dios es el autor de la sabiduría,
él es quien les marca su camino a los sabios.
Porque nosotros, con todas nuestras palabras,
y toda clase de sabiduría, de habilidad y de talento
estamos en manos de Dios.
Lecturas de Hoy
- Readings for the Martes de la XXIV semana del Tiempo ordinario
Memoria opcional de San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia
Lectionary: 641
Común de pastores o de doctores de la Iglesia
Primera lectura
Salmo Responsorial
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
O bien:
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo. R.
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
O bien:
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
En los mandamientos del Señor hay rectitud
y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino. R.
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
O bien:
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
O bien:
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas
las normas del Señor,
y más dulces que la miel
de un panal que gotea. R.
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
O bien:
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Tú tienes palabras de vida eterna.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ""No todo el que me diga: '¡Señor, Señor!', entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: '¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?' Entonces yo les diré en su cara: 'Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal'.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente"".
Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.