Hermanos: Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza.
Respecto de la colecta les doy un consejo: ya que desde el año pasado ustedes no sólo comenzaron a hacerla sino que fueron los que tuvieron la iniciativa, lo que les conviene ahora es llevarla a feliz término. Así, siempre de acuerdo con las posibilidades de cada uno, el interés por concluir la colecta corresponderá al entusiasmo con que la proyectaron. Habiendo buena voluntad, se acepta lo que den conforme a lo que tienen, porque a nadie se le piden imposibles.
No se trata de que los demás vivan tranquilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nuestra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: Al que recogía mucho, nada le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba.