Lecturas de Hoy

Memoria de San Bonifacio, obispo y mártir

Lectionary: 357

Primera lectura

2 Tim 3, 10-17

Querido hermano: Tú has seguido de cerca mis enseñanzas y mi modo de vivir, mis planes, mi fe, mi paciencia, mi amor fraterno, mi constancia, mis persecuciones y sufrimientos, como los que soporté en Antioquía, en Iconio y en Listra. ¡Qué duras persecuciones tuve que sufrir! Pero de todas me libró el Señor.

Todos los que quieran vivir como buenos cristianos, también serán perseguidos. Por su parte, los malos y perversos irán de mal en peor, engañando a otros y engañándose a sí mismos.

Tú, en cambio, permanece firme en lo que has aprendido y se te ha confiado, pues bien sabes de quiénes lo aprendiste y desde tu infancia estás familiarizado con la Sagrada Escritura, la cual puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación.

Toda la Sagrada Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para reprender, para corregir y para educar en la virtud, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté enteramente preparado para toda obra buena.

Salmo Responsorial

Salmo 118, 157. 160. 161. 165. 166. 168

R. (165a) Quienes amas tus leyes, de inmensa paz disfrutan.
Muchos son mis contrarios y mis perseguidores,
pero yo no me aparto, Señor, de tus preceptos.
Verdad es el compendio de todas tus palabras,
y son eternas todas tus justas decisiones. R.
R. Quienes amas tus leyes, de inmensa paz disfrutan.
Aunque los poderosos sin razón me persiguen,
sólo tus palabras hacen temblar mi corazón.
Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan;
para ellos no hay tropiezos. R.
R. Quienes amas tus leyes, de inmensa paz disfrutan.
Espero que me salves,
pues he puesto en práctica, Señor, tus mandamientos.
Observo tus mandatos, obedezco tus órdenes;
tú conoces mi vida. R.
R. Quienes amas tus leyes, de inmensa paz disfrutan.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 23

R. Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 12, 35-37

Un día, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: “¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, ha declarado: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha y yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies. Si el mismo David lo llama ‘Señor’, ¿cómo puede ser hijo suyo?”

La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado.

 

Para las lecturas de la Memoria de San Bonifacio, por favor vaya aquí.

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.