Lecturas de Hoy

Memoria Opcional de San Juan de Kanty, presbítero

Lectionary: 695


                              Común de pastores [por aquellos
                              que hicieron obras de misericordia]

Primera lectura

Sant 2, 14-17
Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?

Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: “Que te vaya bien; abrígate y come”, pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.

Salmo Responsorial

Del Salmo 111

R. Dichosos los que temen al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

Dichosos los que temen al Señor
y aman de corazón sus mandamientos;
poderosos serán sus descendientes,
Dios bendice a los hijos de los buenos. R.

R. Dichosos los que temen al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

Fortuna y bienestar habrá en su casa,
siempre actuarán conforme a la justicia.
Quien es justo, clemente y compasivo,
como una luz en las tinieblas brilla. R.

R. Dichosos los que temen al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

Quienes, compadecidos, prestan
y llevan sus negocios rectamente,
jamás se desviarán,
vivirá su recuerdo para siempre. R.

R. Dichosos los que temen al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

No temerá malas noticias,
puesto que en el Señor viven confiados.
Firme está y sin temor su corazón,
Pues vencidos verán a sus contrarios. R.

R. Dichosos los que temen al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

Al pobre dan limosna,
obran siempre conforme a la justicia;
su frente se alzará llena de gloria. R.

R. Dichosos los que temen al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
R. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor,
que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 6, 27-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después.

Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos’’.

 

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