Hermanos: Me dirijo ahora a los pastores de las comunidades de ustedes, yo, que también soy pastor como ellos y además he sido testigo de los sufrimientos de Cristo y participante de la gloria que se va a manifestar.
Apacienten el rebaño que Dios les ha confiado y cuiden de él no como obligados por la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por ambición de dinero, sino con entrega generosa; no como si ustedes fueran los dueños de las comunidades que se les han confiado, sino dando buen ejemplo. Y cuando aparezca el Pastor supremo, recibirán el premio inmortal de la gloria.
Lecturas de Hoy
- Readings for the Jueves de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
- Readings for the Día de Acción de Gracias
- Readings for the Jueves de la XXXIV semana del Tiempo ordinario-Día de Acción de Gracias
Memoria Opcional de San Clemente I, Papa y mártir
Lectionary: 685
Común de mártires o de pastores [por un Papa]
Primera lectura
1 Ped 5, 1-4
Salmo Responsorial
Del Salmo 88
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Cantaré eternamente
del Señor las bondades
y anunciará mi boca tu lealtad
por todas las edades.
Pues el Señor ha dicho:
“Mi amor es un amor eterno
y mi fidelidad,
más firme que los cielos”.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Una alianza pacté con mi elegido,
a mi siervo David, yo le he jurado:
“Perpetuaré ti descendencia
y afirmaré para siempre ti reinado”.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Hallé a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado
a fin de que mi mano lo sostenga
y lo revista de valor, mi brazo.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Su poder en mi nombre crecerá,
Mi amor y mi lealtad serán su escolta.
El me podrá decir: “Tú eres mi Padre,
mi Dios, mi roca salvadora”.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Cantaré eternamente
del Señor las bondades
y anunciará mi boca tu lealtad
por todas las edades.
Pues el Señor ha dicho:
“Mi amor es un amor eterno
y mi fidelidad,
más firme que los cielos”.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Una alianza pacté con mi elegido,
a mi siervo David, yo le he jurado:
“Perpetuaré ti descendencia
y afirmaré para siempre ti reinado”.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Hallé a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado
a fin de que mi mano lo sostenga
y lo revista de valor, mi brazo.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Su poder en mi nombre crecerá,
Mi amor y mi lealtad serán su escolta.
El me podrá decir: “Tú eres mi Padre,
mi Dios, mi roca salvadora”.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Mc 1, 17
R. Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor,
y haré de ustedes pescadores de hombres.
R. Aleluya.
Síganme, dice el Señor,
y haré de ustedes pescadores de hombres.
R. Aleluya.
Evangelio
Mt 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Luego les preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.