Queridos hermanos: Después de catorce años volví de nuevo a Jerusalén con Bernabé y también con Tito. Regresé porque Dios me lo había revelado. Ahí, en una reunión privada con los dirigentes, les expuse el Evangelio que predico a los paganos. Hice esto para que mis trabajos pasados y presentes no resultaran inútiles.
Todos reconocieron que yo había recibido la misión de predicar el Evangelio a los paganos, como Pedro había recibido la de predicarlo a los judíos. Porque aquel que le dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos, me lo dio a mí para ejercerlo entre los paganos.
Así pues, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados como las columnas de la Iglesia, reconocieron la gracia que Dios me había dado y nos dieron la mano a Bernabé y a mí, en señal de perfecta unión y para expresar su acuerdo de que nosotros nos dirigiéramos a los paganos y ellos a los judíos. Lo único que nos pidieron fue que nos preocupáramos por los pobres, cosa que he procurado cumplir con solicitud.
Más tarde, cuando Pedro fue a Antioquía, yo me le enfrenté, porque era digno de reprensión. En efecto, antes de que llegaran algunos judíos enviados por Santiago, Pedro solía comer con los paganos convertidos; pero después empezó a apartarse de ellos por temor a los judíos recién llegados. Los demás judíos convertidos imitaron su ejemplo, tanto que hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por aquella conducta contradictoria.
Entonces, cuando vi que Pedro no procedía rectamente, conforme a la verdad del Evangelio, le dije delante de todos: "Si tú, que eres judío, vives como un pagano y no como un judío, ¿por qué quieres ahora obligar a los paganos convertidos a que vivan como judíos?"
Lecturas de Hoy
Miércoles de la XXVII semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 463
Primera lectura
Gal 2, 1-2. 7-14
Salmo Responsorial
Salmo 116, 1.2
R. (Mc 16, 15) Bendito sea el Señor.
Que alaben al Señor todas las naciones,
que lo aclamen todos los pueblos.
R. Bendito sea el Señor.
Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre.
R. Bendito sea el Señor.
Que alaben al Señor todas las naciones,
que lo aclamen todos los pueblos.
R. Bendito sea el Señor.
Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre.
R. Bendito sea el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Rom 8, 15
R. Aleluya, aleluya.
Hemos recibido un espíritu de hijos,
que nos hace exclamar: ¡Padre!
R. Aleluya.
Hemos recibido un espíritu de hijos,
que nos hace exclamar: ¡Padre!
R. Aleluya.
Evangelio
Lc 11, 1-4
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos".
Entonces Jesús les dijo: "Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
danos hoy nuestro pan de cada día
y perdona nuestras ofensas,
puesto que también nosotros perdonamos
a todo aquel que nos ofende,
y no nos dejes caer en tentación".
Entonces Jesús les dijo: "Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
danos hoy nuestro pan de cada día
y perdona nuestras ofensas,
puesto que también nosotros perdonamos
a todo aquel que nos ofende,
y no nos dejes caer en tentación".
- Readings for the Memoria Opcional de San Juan Leonardi, presbítero
- Readings for the Memoria Opcional de San Dionisio, obispo, y compañeros, mártires
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.