Lecturas de Hoy
Sábado de la XIX semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 418
Primera lectura
El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto, el que hizo ante nosotros grandes prodigios, nos protegió por todo el camino que recorrimos, y en los pueblos por donde pasamos expulsó a todos los que habitaban el país al que llegamos. Así pues, también nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios".
Entonces Josué le dijo al pueblo: "No creo que ustedes puedan servir al Señor, porque es un Dios santo y celoso, que no perdonará sus rebeldías y pecados. Si después de todo el bien que el Señor les ha hecho, lo abandonan para servir a dioses extranjeros, él los castigará y acabará con ustedes".
El pueblo le respondió a Josué: "No nos sucederá lo que tú dices, porque ciertamente serviremos al Señor". Josué le dijo al pueblo: "Ustedes son testigos de que han elegido servir al Señor". Respondieron ellos: "Somos testigos". Josué les dijo entonces: "Apártense, pues, de los dioses extranjeros que tienen y vuelvan su corazón al Señor, Dios de Israel". El pueblo respondió a Josué: "Serviremos al Señor, nuestro Dios, y obedeceremos sus mandamientos".
Aquel día Josué renovó la alianza del Señor con el pueblo y le impuso a éste mandamientos y normas en Siquem. Josué escribió estas cláusulas en el libro de la ley de Dios. Tomó luego una gran piedra y la colocó al pie de la encina que había en el santuario del Señor. Josué le dijo a todo el pueblo: "Esta piedra será testigo, pues ha oído todo lo que el Señor les ha dicho; ella será testigo contra ustedes, cuando quieran renegar del Señor, su Dios". Por fin, Josué despidió al pueblo y cada uno se volvió a su casa.
Algún tiempo después, murió Josué, hijo de Nun y siervo del Señor, a la edad de ciento diez años.
Salmo Responsorial
R. (cf 5a) El Señor es nuestro Dios.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio.
Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia:
mi vida está en sus manos.
R. El Señor es nuestro Dios.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
y con él a mi lado, jamás tropezaré.
R. El Señor es nuestro Dios.
Enséñame el camino de la vida,
sáciame de gozo en tu presencia,
y de alegría perpetua junto a ti.
R. El Señor es nuestro Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
R. Aleluya.
Evangelio
- Readings for the Memoria opcional de San Juan Eudes, presbítero
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.