Lecturas de Hoy

Memoria de San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir

Lectionary: 620A

Común de mártires

Primera lectura

Sabidurίa 3, 1-9

Las almas de los justos están en las manos de Dios
y no los alcanzará ningún tormento.
Los insensatos pensaban que los justos habían muerto,
que su salida de este mundo era una desgracia
y su salida de entre nosotros, una completa destrucción.
Pero los justos están en paz.

La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo,
pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad.
Después de breves sufrimientos
recibirán una abundante recompensa,
pues Dios los puso a prueba
y los halló dignos de sí.
Los probó como oro en el crisol
y los aceptó como un holocausto agradable.

En el día del juicio brillarán los justos
como chispas que se propagan en un cañaveral.
Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos,
y el Señor reinará eternamente sobre ellos.
Los que confían en el Señor comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.
 

O bien:

1 Juan 3, 13-18

Hermanos: No se sorprendan de que el mundo los odie. Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida eterna.

Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos. Si alguno, teniendo con qué vivir, ve a su hermano pasar necesidad, y sin embargo, no lo ayuda, ¿cómo habitará el amor de Dios en él?

Hijos míos, no amemos solamente de palabra; amemos de verdad y con las obras.

Salmo Responsorial

Del Salmo 115

R. En medio de la desgracia confío en el Señor.
No dejé de confiar, aunque exclamaba:
“Qué grande es mi desdicha”.
Yo en mi aflicción pensaba:
 “Los hombres son un saco de mentiras”.
R. En medio de la desgracia confío en el Señor.
¿Cómo pagaré al Señor
por todos sus favores?
El cáliz alzaré de salvación,
invocando su nombre.
R. En medio de la desgracia confío en el Señor.
Porque soy siervo tuyo,
tu servidor e hijo de tu sierva,
por eso tú, Señor, rompiste mis cadenas.
Voy a hacer sacrificios de alabanza,
invocando tu nombre.
R. En medio de la desgracia confío en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Juan 12, 25

R. Aleluya, aleluya.
El que se ama a sí mismo se pierde, dice el Señor,
el que se aborrece a sí mismo en este mundo
se asegura para la vida eterna.
R. Aleluya.

Evangelio

Juan 15, 12-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre”.

 

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.