En aquellos días, Pablo dijo a los presbíteros de la comunidad cristiana de Éfeso: "Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo, para apacentar a la Iglesia que Dios adquirió con la sangre de su Hijo.
Yo sé que después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos rapaces, que no tendrán piedad del rebaño y sé que, de entre ustedes mismos, surgirán hombres que predicarán doctrinas perversas y arrastrarán a los fieles detrás de sí. Por eso estén alerta. Acuérdense que durante tres años, ni de día ni de noche he dejado de aconsejar, con lágrimas en los ojos, a cada uno de ustedes.
Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra salvadora, la cual tiene fuerza para que todos los consagrados a Dios crezcan en el espíritu y alcancen la herencia prometida. Yo no he codiciado ni el oro ni la plata ni la ropa de nadie. Bien saben que cuanto he necesitado para mí y para mis compañeros, lo he ganado con mis manos. Siempre he mostrado que hay que trabajar así, para ayudar como se debe a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: 'Hay más felicidad en dar que en recibir' ".
Dicho esto, se arrodilló para orar con todos ellos. Todos se pusieron a llorar y abrazaban y besaban a Pablo, afligidos, sobre todo, porque les había dicho que no lo volverían a ver. Y todos lo acompañaron hasta el barco.
Lecturas de Hoy
Memoria de San Bonifacio, obispo y mártir
Lectionary: 299
Primera lectura
Hch 20, 28-38
Salmo Responsorial
Salmo 67, 29-30. 33-35a. 35bc-36ab
R. (33a) Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.
Señor, despliega tu poder,
reafirma lo que has hecho por nosotros,
desde Jerusalén, desde tu templo,
a donde vienen los reyes con sus dones.
R. Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.
Cántenle al Señor, reyes de la tierra,
denle gloria al Señor,
que recorre los cielos seculares,
y que dice con voz como de trueno:
"Glorifiquen a Dios".
R. Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.
Sobre Israel su majestad se extiende
y su poder, sobre las nubes.
Bendito sea nuestro Dios.
R. Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.
Señor, despliega tu poder,
reafirma lo que has hecho por nosotros,
desde Jerusalén, desde tu templo,
a donde vienen los reyes con sus dones.
R. Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.
Cántenle al Señor, reyes de la tierra,
denle gloria al Señor,
que recorre los cielos seculares,
y que dice con voz como de trueno:
"Glorifiquen a Dios".
R. Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.
Sobre Israel su majestad se extiende
y su poder, sobre las nubes.
Bendito sea nuestro Dios.
R. Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
Cfr Jn 17, 17
R. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad;
santifícanos en la verdad.
R. Aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad;
santifícanos en la verdad.
R. Aleluya.
Evangelio
Jn 17, 11-19
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: "Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me diste; yo velaba por ellos y ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que mi gozo llegue a su plenitud en ellos. Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos, para que también ellos sean santificados en la verdad''.
Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que mi gozo llegue a su plenitud en ellos. Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos, para que también ellos sean santificados en la verdad''.
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.