Yo, Tobit, seguía el camino del bien y de la justicia todos los días de mi vida y daba muchas limosnas a mis hermanos, los judíos que habían sido deportados junto conmigo a la ciudad de Nínive, en Asiria.
Durante el reinado de Asaradón regresé a mi casa y me devolvieron a mi esposa, Ana, y a mi hijo, Tobías. En Pentecostés, que es nuestra fiesta de acción de gracias por las cosechas, me prepararon una gran comida y me dispuse a comer. Cuando me trajeron los platillos y vi que eran tantos, le dije a mi hijo Tobías: “Ve a buscar a alguno de nuestros hermanos pobres, cautivos en Nínive, que tenga puesta en el Señor toda su mente y todo su corazón, y tráelo, para que coma conmigo. Yo te esperaré hasta que vuelvas”.
Tobías se fue a buscar a alguno de nuestros hermanos pobres y al regresar, me dijo: “¡Padre!” Yo le respondí: “Dime, hijo”. Él prosiguió: “Asesinaron a uno de nuestro pueblo: lo llevaron a la plaza, lo ahorcaron y ahí está todavía”. De un salto me levanté de la mesa, sin probar bocado, y llevé el cadáver a una casa, hasta que el sol se ocultara y lo pudiera sepultar.
Volví a mi casa, me lavé y comí con lágrimas mi pan, recordando las palabras que el profeta Amós pronunció contra Betel: “Todas las fiestas de ustedes se convertirán en llanto, y todas sus canciones, en lamentos”. Y rompí a llorar.
Cuando el sol se metió, fui, cavé una fosa y lo enterré. Mis vecinos se burlaban de mí y me decían: “Este hombre nunca va a escarmentar. Ya una vez lo condenaron a muerte por este mismo delito, pero se escapó, y ahora sigue enterrando a los muertos”.
Lecturas de Hoy
Lunes de la IX semana del Tiempo Ordinario
Lectionary: 353
Primera lectura
Tb 1, 3; 2, 1-8
Salmo Responsorial
Salmo 111, 1-2. 3-4. 5-6
R. (1a) Dichosos los qué temen al Señor.
Dichosos los que temen al Señor
y aman de corazón sus mandamientos;
poderosos serán sus descendientes.
Dios bendice a los hijos de los buenos.
R. Dichosos los qué temen al Señor.
Fortuna y bienestar habrá en su casa,
siempre obrarán conforme la justicia.
Quien es justo, clemente y compasivo,
como una luz en las tinieblas brilla.
R. Dichosos los qué temen al Señor.
Quienes, compadecidos, prestan
y llevan su negocio honradamente
jamás se desviarán;
vivirá su recuerdo para siempre.
R. Dichosos los qué temen al Señor.
Dichosos los que temen al Señor
y aman de corazón sus mandamientos;
poderosos serán sus descendientes.
Dios bendice a los hijos de los buenos.
R. Dichosos los qué temen al Señor.
Fortuna y bienestar habrá en su casa,
siempre obrarán conforme la justicia.
Quien es justo, clemente y compasivo,
como una luz en las tinieblas brilla.
R. Dichosos los qué temen al Señor.
Quienes, compadecidos, prestan
y llevan su negocio honradamente
jamás se desviarán;
vivirá su recuerdo para siempre.
R. Dichosos los qué temen al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Cfr Apoc 1, 5
R. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos,
tu amor por nosotros es tan grande,
que has lavado nuestras culpas con tu sangre.
R. Aleluya.
Señor Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos,
tu amor por nosotros es tan grande,
que has lavado nuestras culpas con tu sangre.
R. Aleluya.
Evangelio
Mc 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo:
“Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.
A su tiempo, les envió a los viñadores un criado para recoger su parte del fruto de la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.
Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando: ‘A mi hijo sí lo respetarán’. Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron: ‘Éste es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.
¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?”
Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí.
“Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.
A su tiempo, les envió a los viñadores un criado para recoger su parte del fruto de la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.
Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando: ‘A mi hijo sí lo respetarán’. Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron: ‘Éste es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.
¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?”
Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí.
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.