Queridos hermanos: Tengan esto presente: que cada uno sea pronto para escuchar y lento para hablar, lento para enojarse; porque la ira del hombre no produce la rectitud que quiere Dios. Arranquen, pues, de ustedes toda impureza y maldad y acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos.
Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos; pues quien escucha la palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que se mira la cara en un espejo, y después de mirarse, se da la media vuelta y al instante se olvida de cómo es. En cambio, el que se concentra en la ley perfecta de la libertad y es constante, no en oírla y olvidarla, sino en ponerla por obra, ése encontrará su felicidad en practicarla.
Si alguno cree que es hombre religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, él mismo se engaña y su religión no sirve de nada. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre, consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido.
Lecturas de Hoy
Miércoles de la VI Semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 337
Primera lectura
Salmo Responsorial
R. (1b) ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente
y obra con justicia;
el que es sincero en todas sus palabras
y con su lengua a nadie desprestigia. R.
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal al prójimo
ni difama al vecino;
quien no ve con aprecio a los malvados,
pero honra a quienes temen al Altísimo. R.
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura
y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes,
ése será agradable
a los ojos de Dios eternamente. R.
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine nuestras mentes,
para que podamos comprender cuál es la esperanza
que nos da su llamamiento.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida y enseguida le llevaron a Jesús un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, empezando a ver, le dijo: “Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan”.
Jesús le volvió a imponer las manos en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Vete a tu casa, y si pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie”.
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.