En aquel día, Job tomó la palabra y dijo:
“La vida del hombre en la tierra es vida de soldado
y sus días, como días de un jornalero.
Como el esclavo suspira en vano por la sombra
y el jornalero se queda aguardando su salario,
así me han tocado en suerte meses de infortunio
y se me han asignado noches de dolor.
Al acostarme, pienso: ‘¿Cuándo será de día?’
La noche se alarga y me canso de dar vueltas
hasta que amanece.
Mis días corren más aprisa que una lanzadera
y se consumen sin esperanza.
Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.
Mis ojos no volverán a ver la dicha’’.